lunes, 8 de septiembre de 2008

Viento


El viento azotaba sin tregua. Un viento seco que no había parado de soplar desde hacía más de cincuenta días. Eso empezaba a tener sus consecuencias; los habitantes del pequeño pueblo costero sentían como algo crecía dentro de ellos. Algo que se volvía grande, enorme, monstruoso e incontrolable a cada nuevo bufido, a cada ráfaga que les golpeaba sin piedad. Protegiendo a su hijo contra su pecho, huyó aprovechando el silencio de la noche y antes de que llegara a ser demasiado tarde. Algunos empezaban ya a convertirse en verdaderos animales. Irreconocibles, algunos aldeanos habían acabado con la guardia del rey. Armados con simples garrotes y usando uñas y dientes, se disponían a tomar el castillo y terminar de una vez por todas con la nobleza que durante siglos los habían tenido esclavizados. Si no cesaba pronto ese viento, nada quedaría ya salvo las almas de aquellos que fueron silenciados hacía ya mucho, mucho tiempo.


Ilustración: Julie Collins Rousseau

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