lunes, 8 de septiembre de 2008

Luz

Sin saber adonde ir, anda perdida hacia lo que parece ser una luz. No sabría decir de qué se trata, pero anda sin miedo porque ya no tiene nada que perder. La luz parece alejarse a cada paso que da; mira hacia abajo y se ve a sí misma recorriendo un camino que le es familiar. Grita su nombre pero la pequeña figura, con su pelo, su cuerpo, su sonrisa, sus ojos; no se detiene, no parece escuchar sus ruegos, sus súplicas, las lágrimas que como gotas de lluvia, empieza a derramar. Se da cuenta de que su alma se ha desprendido de su cuerpo, que sigue andando hacia ese punto lejano, un futuro de luz. Asustada, el alma queda en silencio, inmóvil, superada por la importancia del momento, por lo decisivo de la situación. Puede quedarse atrás y revivir los hechos una y otra vez, o puede correr y alcanzar a su pequeña figura que sigue sin detenerse, como si fuera la única que en realidad conoce el lugar donde todo termina. Toma todo el aire que sus pequeños pulmones de alma frágil pueden tomar, y echa a correr hacia ese futuro iluminado.

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