lunes, 8 de septiembre de 2008

Ellos


Me desperté empapada en sudor. Un extraño silencio martilleaba mi cabeza, sentía náuseas y no recordaba que era lo que había soñado; esta vez no. Con el café con leche, ya en la cocina, observé a través de la pequeña ventana y pude ver algo sorprendente. La ciudad en ruinas tenía ahora un nuevo color, una luz distinta que me llenaba de una sensación a medio camino entre el miedo y la calma más absoluta. De las casas derruidas salian ríos de gente, seres de algún tipo, pero eran muchos y desde donde yo me encontraba parecian infinitas hileras de hormigas trajinando sin descanso. Unas enormes flores se alzaban majestuosas desde el suelo hasta sobrepasar lo que quedaba de aquellos edificios bombardeados mucho tiempo atrás. Parecían llegar hasta el mismo cielo, y de entre sus pétalos emanaba una luz, esa que resultaba tan extraña y que te llenaba el alma hasta hacerte vomitar, para luego sentir un vacío en tu interior tan enorme que ya nada te importaba. Los seres parecían salir de debajo de la tierra yerma, eran como bichos invadiendo un espacio ya invadido mucho antes de que ellos llegaran. Eran muchos, eran más que nosotros y, ahora lo sé, ibamos a ser su más preciado alimento.

Escribo estas líneas con mano temblorosa, los gritos son cada vez menos frecuentes. Sigo arrinconada en el baño, detrás de la puerta, no me atrevo a moverme. Quisiera….No, oigo ruido al otro lado, se acercan, si…Ayud…


Collage: Nikolas Tantsoukes "Letzter Gruss"

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