lunes, 8 de septiembre de 2008

Del otro lado

Recuerdo tus besos como si los llevara tatuados en la piel. Esas copas que preparabas en tu casa, lo hacías tan bien, siempre lograbas sorprenderme con alguna mezcla imposible de las tuyas. Reíamos, fumábamos, escuchábamos esos viejos vinilos que guardabas celosamente, como un tesoro. Aun y conociéndonos de tanto tiempo, me sentía pequeño a tu lado. Resultabas tan sexy con esa sonrisa inocente, con esa mirada ardiente, con esas ganas de vivir la vida que veia reflejada en tus ojos. Cada día me levantaba deseando tenerte y cuando al fin te abrazaba, no existía nada más allá de ti.
Me habría pasado la vida entera resguardado en tu pecho y sin embargo me sentía un extraño en tu mundo. Tu fuerza me empequeñecía y parecías no darte cuenta de ello. Nada te perturbaba, te sentía cada vez más distante, cada vez más fría, cada vez más y más lejos. Decidí irme sin hacer ruido, creí que eso era lo que querías, lo que deseabas y no te atrevías a pedir. Ahora bebo a solas, cerveza, las copas nunca se me han dado bien. Ya ni fumo, lo he dejado, los mensajes que el humo escribía en el aire me resultaban tan dolorosos como insoportables. No he vuelto a pisar tu calle, ni siquiera me atrevo a acercarme a tu barrio. Tal vez algún día, tal vez cuando el miedo se aleje, cuando la confianza vuelva, tal vez, tal vez llame a tu puerta y tu vuelvas a dibujar una sonrisa.

P.D: Siempre hay otra orilla, otra cara de la moneda

No hay comentarios: